Un sueño
sábado, diciembre 10, 2005
Por: Miguel Yances Peña. Columnista El Universal de Cartagena
Especial para Atrabilioso.
Anoche soñé que los ecologistas de la ciudad, apoyados por los del resto del país y del mundo, hablan logrado hacerse aprobar en el Concejo Municipal, un acuerdo y habían sembrado con mangles de 2 mts de alto, las orillas de la Bahía de Cartagena -desde la punta de Castillo, pasando por la Isla de Manga, el Bosque y Mamonal, hasta le población de Pasacaballos- dejando ventanitas para los muelles porque ahí si no habían logrado vencer la fuerza gremial.
Con esa medida habían repoblado las orillas de la Bahía, con especies animales ya desaparecidas como cucarachas, mosquitos, ratones, ratas, lagartijas, culebras y muchas más, recuperando así el equilibrio biológico perdido, y permitiéndole a los niños de esos sectores conocer la rica fauna y flora local, de primera mano, como los niños pobres, y no a través de la PC, los libros o la TV.
Se servía así también el interés superior de disminuir las desigualdades en lo que al acceso al conocimiento de los mas pudientes se refiere, que tiene mucho que ver con permitirles vivir las experiencias de los mas pobres.
Un lujo, de acuerdo; todos felices: los ecologistas ni se diga; los pobres -aunque no habían dejado de serlo- se regocijaban con el hecho de que los ricos también sufrían las picadas de mosquitos, mordidas de ratas, y percibían los malos olores, y eso era igualdad; y los ricos que comprobaban que todo eso era verdad, y no cosas de los periodistas.
Pero como todo sueño se acaba, ¡comprobé qué no!. Que las orillas de la hermosa Bahía de Cartagena ofrecían aun al disfrute de residentes y visitantes, la paz que infunde en los corazones contemplar sus tranquilas aguas. Y entendí que eso si hacia feliz a la gente, y que por el contrario los mangles las privaban de esa tranquilidad.
Si algo hace atractivas a las ciudades costeras es el disfrute de sus paisajes y de sus cuerpos de agua. No solo de parte de los bañistas y deportistas, sino también de manera pasiva de los observadores. Los sentimientos que despierta un atardecer, o el humor de las aguas del mar en continuo movimiento, van desde la paz y la tranquilidad, hasta el respeto y la reverencia. Si los costeños acostumbrados desde la infancia lo disfrutamos ¿que no decir de las personas del interior que nos visitan?
El paisaje no aburre porque es dinámico, cosa que no sucede, por muy hermoso que sea, con el paisaje estático de las ciudades en el interior. Ver un sol que no se esconde detrás de las montañas, sino que se sumerge en los límites del mundo, reproduciendo los colores de la obra del Maestro Obregón, es una experiencia inimaginable para quienes no la han vivido.
Es innegable entonces, que los sitios más placenteros para vivir, son los que están ubicados a las orillas del mar, la bahía, y los cuerpos de aguas de la ciudad. El precio de la tierra lo refleja.
Las orillas de la Ciénega de la Virgen -por ejemplo- que se recupera de manera asombrosa después de La Bocana, y se podrá disfrutar terminada la perimetral; las de La Laguna de la Quinta, desperdiciada con el mercado publico; y las de La Lagunas de San Lázaro y del Cabrero, son tierras de un alto valor rentístico.
Aunque los ambientalistas y ecologistas defiendan cada arbolito sobre esas orillas -¿instrumento de protagonismo?- es innegable que los cuerpos de agua no se disfrutan si están rodeados de manglares. Se requiere una posición razonable y de compromiso entre la ciudadanía y los que defienden la naturaleza y el medio ambiente, como la de definir zonas especiales para la siembra y conservación de los manglares.
Las orillas de los cuerpos de aguas hay que desarrollarlas, embellecerlas, darles uso y ponerla al servicio de la ciudadanía y de sus visitantes mediante la construcción de vías perimetrales, paseos peatonales, ciclorutas y parques. Eso es calidad de vida.
Con esa medida habían repoblado las orillas de la Bahía, con especies animales ya desaparecidas como cucarachas, mosquitos, ratones, ratas, lagartijas, culebras y muchas más, recuperando así el equilibrio biológico perdido, y permitiéndole a los niños de esos sectores conocer la rica fauna y flora local, de primera mano, como los niños pobres, y no a través de la PC, los libros o la TV.
Se servía así también el interés superior de disminuir las desigualdades en lo que al acceso al conocimiento de los mas pudientes se refiere, que tiene mucho que ver con permitirles vivir las experiencias de los mas pobres.
Un lujo, de acuerdo; todos felices: los ecologistas ni se diga; los pobres -aunque no habían dejado de serlo- se regocijaban con el hecho de que los ricos también sufrían las picadas de mosquitos, mordidas de ratas, y percibían los malos olores, y eso era igualdad; y los ricos que comprobaban que todo eso era verdad, y no cosas de los periodistas.
Pero como todo sueño se acaba, ¡comprobé qué no!. Que las orillas de la hermosa Bahía de Cartagena ofrecían aun al disfrute de residentes y visitantes, la paz que infunde en los corazones contemplar sus tranquilas aguas. Y entendí que eso si hacia feliz a la gente, y que por el contrario los mangles las privaban de esa tranquilidad.
Si algo hace atractivas a las ciudades costeras es el disfrute de sus paisajes y de sus cuerpos de agua. No solo de parte de los bañistas y deportistas, sino también de manera pasiva de los observadores. Los sentimientos que despierta un atardecer, o el humor de las aguas del mar en continuo movimiento, van desde la paz y la tranquilidad, hasta el respeto y la reverencia. Si los costeños acostumbrados desde la infancia lo disfrutamos ¿que no decir de las personas del interior que nos visitan?
El paisaje no aburre porque es dinámico, cosa que no sucede, por muy hermoso que sea, con el paisaje estático de las ciudades en el interior. Ver un sol que no se esconde detrás de las montañas, sino que se sumerge en los límites del mundo, reproduciendo los colores de la obra del Maestro Obregón, es una experiencia inimaginable para quienes no la han vivido.
Es innegable entonces, que los sitios más placenteros para vivir, son los que están ubicados a las orillas del mar, la bahía, y los cuerpos de aguas de la ciudad. El precio de la tierra lo refleja.
Las orillas de la Ciénega de la Virgen -por ejemplo- que se recupera de manera asombrosa después de La Bocana, y se podrá disfrutar terminada la perimetral; las de La Laguna de la Quinta, desperdiciada con el mercado publico; y las de La Lagunas de San Lázaro y del Cabrero, son tierras de un alto valor rentístico.
Aunque los ambientalistas y ecologistas defiendan cada arbolito sobre esas orillas -¿instrumento de protagonismo?- es innegable que los cuerpos de agua no se disfrutan si están rodeados de manglares. Se requiere una posición razonable y de compromiso entre la ciudadanía y los que defienden la naturaleza y el medio ambiente, como la de definir zonas especiales para la siembra y conservación de los manglares.
Las orillas de los cuerpos de aguas hay que desarrollarlas, embellecerlas, darles uso y ponerla al servicio de la ciudadanía y de sus visitantes mediante la construcción de vías perimetrales, paseos peatonales, ciclorutas y parques. Eso es calidad de vida.
9 comentarios -Mostrar entrada original
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El usuario anónimo dijo...
La columna parece un chiste. Pero no. Caricaturizar de esa manera el mensaje ecologista, para hacerlo parecer ridiculo, no es un chiste, es un atropello.
diciembre 10, 2005 2:37 AM
El usuario anónimo dijo...
Aunque los ambientalistas y ecologistas defiendan cada arbolito sobre esas orillas -¿instrumento de protagonismo?- es innegable que los cuerpos de agua no se disfrutan si están rodeados de manglares. Se requiere una posición razonable y de compromiso entre la ciudadanía y los que defienden la naturaleza y el medio ambiente, como la de definir zonas especiales para la siembra y conservación de los manglares.
diciembre 10, 2005 5:30 AM
m t dijo...
Miguel,
por fin no entiendo muy bien su posicion con respecto a que hacer con la zona alrededor de los cuerpos de agua en una zona poblada como la de Cartagena.
En mi opinion, lo mejor seria trazar un plan que mantenga el balance, no solo carreteras o medios de circulacion sino un plan de zona verde que mantenga el ecosistema y la misma estructura del terreno de toda la ciudad y sus zonas aledañas.
Sabe usted muy bien, sin duda, que los espolones son formas de sacar terreno seco al mar, y que construir locamente edificios y construcciones de todo tipo sin base segura es un riesgo para sus residentes, los que circulan por el terreno y eventualmente para la zona.
Lo de los manglares es una historia interesante desde varios puntos de vista, y que segun entiendo sirven de 'purificadores' del medio acuatico donde residen. Pero no todo debe quedar ahi, tiene sentido que se planifique entre ecologia, belleza, y presupuesto. Lo que sin duda no es suficiente sin el mantenimiento y atencion posterior (como ocurrio con las palmeras y la visita de Clinton, que entre otras cosas seria un excelente alcalde para Cartagena, jaja, pero que no se hagan ilusiones las 'monicas' colombians).
Entonces, yo digo: si a la planeacion EN LA PRACTICA (no solo en el papel en forma meticulosa y perfecta), se necesita un balance en la construccion con miras a largo plazo, y educacion a la poblacion, como castigo fuerte a quien quiebre las normas (incluso ponerlos a limpiar y reconstruir como castigo publico, y se ahorra en esos gastos).
Antes de relocar el mercado tiene que proveerse otro mas adecuado, porque si dejan sin esto a la ciudad, le aseguro que no hay forma ni planeacion que resista a esa masa sin su mercado.
De acuerdo en que la gente que crece a orillas del mar es especialmente privilegiada, yo necesito respirarlo cada cierto tiempo.
Cuidemos el patrimonio, todavia hay piratas.
diciembre 10, 2005 10:57 AM
El usuario anónimo dijo...
a MT
Gracias poir tus comentarios Maria Tere. Coincido contigo
El mensje es que las zonas de mangles debe ser bien definida, y en la medida que avance el desarrollo de la ciudad, redefinirlas mejor.
Mira que estoy de acuerdo con los mangles en el caño de Juan Angola, pero no frente a la india catalina, por ejemplo. Seria un error rodear la Cienega de la Virgen con mangles, ahora que van a hacer la via perimetral.
Pero en el barrio de Manga, yo mantendría los mangles en la orilla de la isla y no en la avda el Lago.
MIGUEL
diciembre 10, 2005 1:06 PM
El usuario anónimo dijo...
Hablenos sobre la reforma tributaria que prevee el gobierno nacional, o sobre la reelección de alcaldes. Porque con éste articulo me voy a zzzzzzzzzzzoñar...zzzzzz.
diciembre 10, 2005 5:31 PM
El usuario anónimo dijo...
Tal vez por eso se llama "Un sueño". Podrian haberla titulado "Que sueño.........."
diciembre 11, 2005 9:33 AM
El usuario anónimo dijo...
Al respecto Rafarl Vergara eszcribió lo siguiente:
Por Rafael Vergara Navarro
Luego de leer en El Universal el editorial Hombre vs Medio Ambiente
recordé la fábula de los tres ciegos que decidieron no ver el elefante. La
pata la percibieron como columna, la cola como soga y el costillar como
una pared. Eso es lo que está pasando ahora que, gracias a claras y
evidentes ilegalidades, talar es podar -“técnicamente”, claro-”; acatar
los fallos es ignorarlos, rellenar con escombros es conservar, recuperar es
exterminar la vegetación natural a proteger y la utilidad pública que
exige la ley para cambiar el uso del suelo se define en privado. Obvio, en
nombre de la participación que exigen las disposiciones.
Según el editorial las evidentes aberraciones jurídicas y el mal
proceder a la vista, son una minucia legal excusable. Cardique es juez y
parte, autorizador, financista e interventor –perdón, supervisor; modificó
el POT con una resolución particular, no notificaron a la Procuradora
Agraria y Ambiental del trascendental hecho y menos aun consultaron al
ministerio del Ambiente, el único autorizado para desafectar lo reservado
como capital natural a proteger. “Legalizados” en la ilegalidad destrozaron
parte del ecosistema. Definitivamente, una tontería.
Oponerse a los actos depredadores de la Naturaleza y la Ley, implica
correr el riesgo de convertirse en acusado de fundamentalismo y
entorpecedor de una genial obra de “progreso”. Ni modo, pago el precio de
oponerle la ley a la “legalización” de una eliminación en proceso de 65
mil metros de manglares.
Ese ecosistema es el pulmón y defensa natural de una de Isla cuya
capacidad de soporte está en su límite por la sobresaturación de tráfico
vehicular y la concentración actividades diversas, además de ser
densamente residencial.
Contrariando lo notorio, tan cotidiano en la ciudad de los presuntos,
justificando un crimen ecológico evitable se atreven a afirmar
“técnicamente” que el manglar no cumple su labor natural y está en mal
estado en un 35%. Hay que realizar obras a partir de reconocer lo que hay
que conservar y respetar, eso es sostenibilidad.
Lo sucedido es tan grave que al juez de Tutela no le responden las
solicitudes de explicación del evidente desacato, y según la directora de
Edurbe, no existe tal porque ella lee y acata lo que le apetece, es
decir, nada.
Lo cierto y no hay que ser ciego para no verlo, allí están los
escombros, las maquinas, la zahorra, los andenes levantados y los vecinos
envalentonados y desatados en su ilegal animadversión en contra de los
manglares ya talados, perdón “podados técnicamente” hasta su desaparición.
La tozudez de los entes estatales estimuló la insensatez de algunos
vecinos del pie de la Popa, que ven al manglar, protector de inundaciones,
como su enemigo. Incluso afirman que él ha ocasionado imaginarias
inundaciones y taponamientos que no existen. Para algunos el manglar es
como la tarulla.
Otra vez la fiebre en la sábana y la inversión de valores:
¡cartageneriiiisimo!.
De frente contrataron a Pablo Pueblo y la emprendieron contra la flora y
la fauna dándole machete a 150 metros del manglar de las orillas. A la
autoridad que los detuvo opusieron una autorización de Cardique para
“podar” y Cardique públicamente los desmintió. Ahora abrirá investigación y
llama a acatar los fallos de tutela. Tarde por cierto. El mal ejemplo hace
metástasis y hoy en la marginal de Juan Angola, arrancó el relleno y la
apropiación de lo público.
Ojalá y esto nos conduzca a la sensatez y al respeto a la legalidad. El
capital natural, tan fundamental en estos tiempos de calentamiento global,
merece protección y que lo veamos como lo que es: Patrimonio Ecológico de
la Nación.
diciembre 11, 2005 9:35 AM
El usuario anónimo dijo...
Repito el escrito de Rafa. WQueedo desordenado
Por Rafael Vergara Navarro
Luego de leer en El Universal el editorial Hombre vs Medio Ambiente recordé la fábula de los tres ciegos que decidieron no ver el elefante. La pata la percibieron como columna, la cola como soga y el costillar como una pared. Eso es lo que está pasando ahora que, gracias a claras y evidentes ilegalidades, talar es podar -“técnicamente”, claro-”; acatar los fallos es ignorarlos, rellenar con escombros es conservar, recuperar es exterminar la vegetación natural a proteger y la utilidad pública que exige la ley para cambiar el uso del suelo se define en privado. Obvio, en nombre de la participación que exigen las disposiciones.
Según el editorial las evidentes aberraciones jurídicas y el mal
proceder a la vista, son una minucia legal excusable. Cardique es juez y parte, autorizador, financista e interventor –perdón, supervisor; modificó el POT con una resolución particular, no notificaron a la Procuradora Agraria y Ambiental del trascendental hecho y menos aun consultaron al ministerio del Ambiente, el único autorizado para desafectar lo reservado como capital natural a proteger. “Legalizados” en la ilegalidad destrozaron parte del ecosistema. Definitivamente, una tontería. Oponerse a los actos depredadores de la Naturaleza y la Ley, implica correr el riesgo de convertirse en acusado de fundamentalismo y entorpecedor de una genial obra de “progreso”. Ni modo, pago el precio de oponerle la ley a la “legalización” de una eliminación en proceso de 65 mil metros de manglares.
Ese ecosistema es el pulmón y defensa natural de una de Isla cuya capacidad de soporte está en su límite por la sobresaturación de tráfico vehicular y la concentración actividades diversas, además de ser densamente residencial.
Contrariando lo notorio, tan cotidiano en la ciudad de los presuntos,
justificando un crimen ecológico evitable se atreven a afirmar “técnicamente” que el manglar no cumple su labor natural y está en mal estado en un 35%. Hay que realizar obras a partir de reconocer lo que hay que conservar y respetar, eso es sostenibilidad.
Lo sucedido es tan grave que al juez de Tutela no le responden las solicitudes de explicación del evidente desacato, y según la directora de Edurbe, no existe tal porque ella lee y acata lo que le apetece, es decir, nada.
Lo cierto y no hay que ser ciego para no verlo, allí están los
escombros, las maquinas, la zahorra, los andenes levantados y los vecinos
envalentonados y desatados en su ilegal animadversión en contra de los
manglares ya talados, perdón “podados técnicamente” hasta su desaparición.
La tozudez de los entes estatales estimuló la insensatez de algunos vecinos del pie de la Popa, que ven al manglar, protector de inundaciones, como su enemigo. Incluso afirman que él ha ocasionado imaginarias inundaciones y taponamientos que no existen. Para algunos el manglar es como la tarulla.
Otra vez la fiebre en la sábana y la inversión de valores: ¡cartageneriiiisimo!.
De frente contrataron a Pablo Pueblo y la emprendieron contra la flora y la fauna dándole machete a 150 metros del manglar de las orillas. A la autoridad que los detuvo opusieron una autorización de Cardique para “podar” y Cardique públicamente los desmintió. Ahora abrirá investigación y llama a acatar los fallos de tutela. Tarde por cierto. El mal ejemplo hace metástasis y hoy en la marginal de Juan Angola, arrancó el relleno y la apropiación de lo público.
Ojalá y esto nos conduzca a la sensatez y al respeto a la legalidad. El capital natural, tan fundamental en estos tiempos de calentamiento global, merece protección y que lo veamos como lo que es: Patrimonio Ecológico de la Nación.
diciembre 11, 2005 9:48 AM
Catalombia dijo...
Estupenda reducción al absurdo Sr. Yances. Digna solamente de George Bush, quien palabras más palabras, menos proponía que para evitar los incendios forestales había que paviemntar los bosques porque el cemento no arde como la madera.
Pero su chistecito Sr. Yances no tiene nada de gracioso y sí mucho de pernicioso. Graciosos como Usted fueron los que construyeron hace ya casi más de 20 años la cerretera del mar que terminó con la riqueza piscícola de la Ciénaga Grande, condeno a la misseria a una buena parte de la población de la zona.
"Minimizar" el impacto ambiental, proteger los cuerpos de agua y demás recursos naturales no es en manera alguna una actividad retorica ni romántica. Es simple supervivencia, visión de largo plazo.
No sé si este artículo oculta espurios intereses o refleja el reduccionismo intelectual que Usted padece Sr. Yances.
diciembre 13, 2005 8:41 AM